La foto que hoy os voy a comentar es la foto más “antigua” de DEADLYWOOD y corresponde a mi segunda sesión de fotos, a la cual le tengo bastante cariño. Era mi primera sesión en España tras mi debut en Atenas, y recuerdo que la hice sin ningún tipo de equipo. Tenía mi cámara con el objetivo que me había traído (antes lo veía maravilloso – ahora comprendo lo patatero que era), no tenía ni flash, ni reflectores, ni nada… solo a mi primera (y única) modelo Merce y un lugar que me había atraído desde hacía muchos años: las Casas Bailly.
Para todos aquellos que no las conozcáis o no hayáis oído hablar de ellas, os recomiendo que las “googleeis” porque son unas casas situadas en O Graxal, a la entrada de Coruña y con una historia fascinante. La primera vez que vi esas casas, fue hace unos 25 años a la vuelta de un viaje a Coruña en el 1430 de mis padres… Me quedé enamorado de ellas. Muchos años después empecé a buscar información, investigar, buscar todo tipo de material relacionado con ellas e incluso a hablar con gente que había vivido allí en sus tiempos de gloria. A día de hoy dan demasiada penita, se han deteriorado muchísimo en los últimos años y se han convertido en pasto de muchachada que va a hacer el botellón, gente que quiere “fotos góticas” o incluso hasta gente que se va a hacer su álbum de boda allí. Muy triste. Demasiado. Tanto como verlas morir.
De lo más llamativo que os puedo contar es que esta sesión casi no tiene lugar. Aunque Merce tenía vestido nuevo, yo muchísimas ganas de hacerle fotos, una localización que era el templo de mis amores… el día anterior y tras nuestra marcha anticipada del Carneiro Rock, sin tiempo a ver a mis adorados “The Mirage”, hizo que hubiese amago de enfado por mi parte. Bueno, amago no… enfado total, ja, ja, ja. Yo había pensado en cancelar la sesión, pero a última hora Merce me preguntó si íbamos a hacer algo, y yo un poco a regañadientes dije que sí. Seguramente porque no había nada mejor que hacer… así que rumbo a Coruña a la aventura.
Llegamos allí a primera hora de la tarde, y nos marchamos a última cuando ya no había luz para seguir trabajando. Hicimos cientos de fotos, que viéndolas hoy en día me parecen muy buenas. Muy probablemente se merezcan un procesado mejor, pero en aquellos tiempos era todo lo que sabía hacer. De hecho y sé que puede sonar muy presuntuoso, las fotos más bonitas que he visto en las Casas Bailly, son las que yo le hice a Merce. Y os puedo asegurar que he visto muuuuuuuuuchas fotos en las casas más fotografiadas de Coruña.
Como hicimos fotos en todas partes y de todas las formas y posturas posibles, tocó hacer unas cuantas con Merce sentada en el suelo bajo un lucernario (que tres años después ya no existe), descalza y luciendo el vestido (uno de los más bonitos que he visto nunca) en todo su esplendor. Y como no… si os fijáis esa foto está hecha desde arriba, lo cual quiere decir (pooooooorque no se ve en la foto) que Álex estaba subido al balcón exterior de la casa, a unos cuantos metros de altura… unos diez o doce tal vez? Así que ya veis que mi afición por el riesgo ya viene desde las primeras sesiones, o incluso desde mucho antes. De esa serie y de esas aventuras salió la foto que hoy os comento desde DEADLYWOOD.
A nivel de procesado, hoy tenéis suerte… porque hoy no puedo decir “apenas tiene retoque”. Desde un principio quise dar la impresión de foto antigua, pero sin llegar al típico y aburrido sepia, así que tocó envejecer todo, aplicar texturas, tratar que el vestido y el cabello de Merce no se convirtiesen en unos manchurrones, y lo más llamativo tal vez de todo: hacer desaparecer unas piedras cercanas a la cabeza de Merce, que desviaban bastante la atención de ella.
Y poco más … por lo que he oído es una de las fotos que más están gustando, y me alegro porque esta sesión que no podía faltar por ser tan entrañable para mi. Es mi humilde homenaje a unas casas tremendamente maltratadas por la historia, las instituciones, el tiempo y la fotografía… espero haber hecho una foto que haya gustado y sobre todo y lo más importante, que le haya gustado a Merce.
Muchísimas gracias Mer, por ayudarme cuando más falta me hacía y por haber contribuido con tu imagen y amistad, no solo a estas fotos, sino a muchas aventuras de la maldad.
Besaaaaaaaaaaaazo.